Se bajó del taxi para continuar la más importante carrera de su vida: ser padre

En el año 2017, un miércoles como cualquiera, Avelino se levantó, se arregló, bajó a la cocina por su tinto, se encomendó a Dios, revisó que tuviera todo lo que necesitaba y salió a las 6 am de su casa a trabajar.

Por: Paula Camila Molano Guerra

¿Está consciente que trabajar muchas horas sentado tiene una consecuencia letal? Esto puede cambiar el rumbo de la vida, pues el lado positivo del esfuerzo y dedicación pasan a segundo plano y el peor enemigo toma fuerza. Sucedió en la vida del protagonista al ver que sus objetivos dieron un giro radical. Quién se imaginaria que por el simple hecho de estar sentado podría tener un destino final que lamentar.

Todo inició en el año 2006 cuando regresó a Bogotá después de un largo tiempo en Estados Unidos. Al ver que acá no tenía un trabajo estable, buscó una empresa de taxis para empezar a laborar en ese oficio, pues un tiempo atrás ya lo había hecho y lo vio viable, tenía flexibilidad y comodidad en el tiempo, además de dinero constante. Inició en ese oficio con la mejor actitud, pues el principal objetivo era sacar adelante a su pequeño y último retoño, sin duda su mayor motivación para levantarse cada día a trabajar.

El tiempo pasó muy rápido, y mantenía su buena actitud. Era reconocido en la empresa como el mejor conductor por su buen comportamiento, por ser amigable, chistoso con los colegas y sus pasajeros; tanto que ya tenía pasajeros fieles que simplemente lo llamaban al teléfono para que les hiciera el favor de transportarlos a donde necesitaban.

Siempre con una sonrisa en su rostro y la mejor actitud hacía sus carreras. Cumplía su ese objetivo con el esfuerzo, el amor y la dedicación que Martín, su pequeño hijo, necesitaba. Así lo hizo con sus 3 hijos anteriores, y está no iba hacer la excepción. Por su cabeza no pasaba ningún pensamiento lo frenara en su propósito.

Durante 11 años se desempeñó en esta labor, pero poco a poco las cosas fueron cambiando. Tuvo quebrantos de salud que estaban cobrando factura. Su edad avanzaba, sus ojos rojos por el smog, su rostro cansado, el calor del motor y su pierna y brazo izquierdo quemados del rayo de sol tan fuerte que recibió a diario le estaban afectando. Por cosas de Dios y de la vida tuvo que hacerse unos exámenes médicos de rutina que por cierto estaban pendientes hace bastante tiempo.

En el año 2017, un miércoles como cualquiera, Avelino se levantó, se arregló, bajó a la cocina por su tinto, se encomendó a Dios, revisó que tuviera todo lo que necesitaba y salió a las 6 am de su casa con toda la energía para tener un excelente día, sin imaginarse que en pocas horas todo iba a cambiar.

Llegó al parqueadero, prendió su taxi y salió a buscar la primera carrera del día con su amabilidad. Con su espontaneidad hizo que el trayecto del pasajero hasta fuera ameno y agradable. Así pasaron 5 horas aproximadamente hasta que le llegó un recordatorio a su celular del compromiso que debía cumplir al medio día, le pidió a Dios que le diera una carrerita para acercarlo al lugar y así sucedió. Lo que no sabía es que estaba llevando al último pasajero en lo que resta de su vida.

Siendo las 12 del medio día llegó a Profamilia muy puntual, facturó y se sentó en la fría sala esperando que lo llamaran de alguno de tantos consultorios que había. Cuando escuchó su nombre, se dirigió hacia el consultorio donde le darían la gran noticia. La doctora lo revisó como es habitual, digitó los datos en su computador y le hizo preguntas rutinarias.

Al final de la consulta la doctora, mirando su computador, tomó valentía y le dio el dictamen médico sin pelos en la lengua: “Señor Avelino Molano usted tiene cáncer de próstata”, no había terminado de hablar cuando él recostó su cabeza en el escritorio, con sus ojos llorosos, su rostro pálido y triste, sus manos temblorosas y su corazón arrugado pensando en que era su fin. Ella, al ver la triste escena, le explicó qué seguía para tratar esta enfermedad, le dio palabras de ánimo pues con la fe y certeza de que este no era el fin de Avelino.

Sin pronunciar ninguna palabra, se levantó de su silla, salió del consultorio, sacó las llaves de su carro y se dirigió al trabajo de uno de sus hijos a darle la noticia. Mientras que manejaba pasó por su cabeza su familia y Martín, no podía creer que una enfermedad como está lo fuera a matar. Solo atinaba preguntarle a Dios “¿Por qué a mí?

Cuando llegó donde su hijo Alejo su rostro expresaba que no estaba bien,

  • “¿Papá que pasó?” dijo Alejo
  • “tengo cáncer de próstata”, solo pudo responder con voz temblorosa
  • “tranquilo Papá que todo va a estar bien, de está salimos, recuerde que no está solo”, le dijo Alejo mientras lo miraba a los ojos.

Se fueron a la empresa a entregar el carro, pues ya no iba a seguir trabajando. Llegó a su casa y sin querer nada se acostó. Esa noche se hizo eterna, no dejaba de pensar en ese dictamen médico.

El resto de la familia se enteró y lentamente el ánimo se empezó a levantar. Empezó hacer todo el proceso que se necesitaba para que le hicieran la cirugía y no pasará por quimioterapias. El día de la intervención quirúrgica su hijo mayor y su nieta lo llevaron a la clínica San Diego, mientras Paula se quedó acompañándolo, Jhon Fredy se fue hacer unas vueltas externas, pero estuvo pendiente.

Los papeles de ingreso, los doctores explicando el procedimiento, la bata y la camilla esperando, hasta que llegó la hora. Ya estaba por entrar a cirugía, miró con ojos llorosos a su nieta y le dijo “Chinita cuídeme a Martín por favor, no lo deje solo”.

Pasaron aproximadamente 5 horas de la cirugía y recuperación, cuando llamaron a Paula y le dieron la noticia que Avelino había salido y que todo estuvo bien, le explicaron los cuidados y le hicieron algunas recomendaciones para el posoperatorio. Le dieron de alta, sin embargo dos días fueron suficientes para darse cuenta de que tenía otro reto por delante, depender de su nieta a pesar de que toda su vida había sido autónomo, estaba acostumbrado a hacer las cosas por sí solo. Ella, con paciencia y amor fue quién estuvo pendiente de él todo el tiempo, tuvo que inyectarlo todos los días, darle de comer y cuidarlo en las noches.

Junto con la próstata había desaparecido el cáncer. Los chequeos médicos se hicieron más constantes. Todo bajo control. Así debía seguir, por eso la familia llegó a un acuerdo: el padre, el abuelo, el amigo, mejor dicho don Avelino se jubilaba, no trabajaría más. De una o de otra forma su objetivo empezaba a cumplirse con mayor precisión, todo su tiempo estaría para dedicárselo a Martín. No tendría por qué estar preocupado ni siquiera del dinero, porque las cosas, pensaba la familia, poco a poco se aparejaban y Dios iba a proveer.

Hoy en día Avelino disfruta de su vida en plenitud al lado de su familia, sacando adelante a Martín, siguiendo sus chequeos médicos al pie de la letra. La felicidad es muy grande, con orgullo y agradecimiento dice que le ganó la batalla al cáncer con la ayuda de Dios.

Cada vez que cuenta de su historia siempre aconseja que se cuiden, que le pongan atención a su salud y que si conocen a alguien que se desempeña como conductor de taxi, carro, camión se manden a revisar la próstata. Es una enfermedad silenciosa y el calor del motor, el estar tanto tiempo sentado es el causante del cáncer que puede llevarlos a tener un final lamentable. Avelino no se cansa de recomendar y sugerir a sus conocidos y amigos que deben hacerse chequeos médicos porque en cualquier momento, sin avisar, llega la enfermedad.

Serie: #CrónicaDeLosAbuelos

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