Entre tintas y tipos se escribe una historia

Por: Valentina Mesa Rincón

Podemos decir que este oficio del que vamos a hablar es tan antiguo como los primeros jeroglíficos. Posiblemente es una exageración, pero esos signos ya nos transmitían formas de vivir. La creación del papel y el surgimiento de novedosos escritos, hicieron que esa pasión empezara a desarrollarse con el trascurrir del tiempo.

Eso y mucho más llamó la atención de un joven proveniente de Santander, Colombia, Freddy Norbey Ávila Espitia, quien aprendió oficio de la tipografía en el Instituto Técnico Industrial Francisco de Paula Santander, el célebre militar y político colombiano que llevó a la independencia al país, esa independencia que hoy también se alcanza por medio de las letras.

La tipografía es un arte de la rama de la escritura que ha estado presente a lo largo de la evolución del ser humano, como no recordar aquel memorable momento de la invención de la imprenta por parte el alemán Johannes Gutenberg en 1440. Allí entre prensas y tipos se crearon los primeros libros y periódicos y la Biblia, el libro más importante para los cristianos.

Este oficio que hoy practica Freddy nos ha ayudado a seguir escribiendo y entendiendo la historia incluso hasta nuestros días. En bibliotecas antiguas o hasta en las carpetas virtuales hoy guardamos esos recuerdos inéditos de épocas pasadas. El rastro de los que han hecho historia.

Pero su redacción nunca fue algo fácil de hacer, requería de paciencia y un gran amor. Transcribir, expresar o caligrafiar, definitivamente es una vocación que necesita un esfuerzo manual, ya sea, en máquina de escribir, papel o lápiz o de manera digital o en un teclado.

Conociendo algunos de los secretos, este joven santandereano siguió investigando todos los métodos posibles para empezar a escribir sus primeros mensajes y diseños de tipógrafo. Solo la motivación y el arduo proceso de descubrir cada día más este mundo lleno de letras y símbolos era lo que lo animaba.

Para Freddy Norbey aquel aprendizaje en el colegio fue la voz de una pasión que descubrió con el tiempo y que podía hacer parte del resto de su vida.

Por esta razón decidió salir de su pequeño pueblo, dejar atrás a su familia y amigos, para ir en busca de un sueño, ser el nuevo tipógrafo del siglo XXI. Su opción era la gran capital, ese monstruo de 7 cabezas que confunde a cualquiera, pero abre caminos. Bogotá fue otra realidad, esa dura realidad que saca cayo. A pesar de la dureza de sobrevivir en la selva de cemento Freddy no estaba dispuesto a dejar su vocación. Como pudo entró a estudiar la carrera profesional de Publicidad en la Fundación Universidad Central de Bogotá, se enfocó en que ésta podía ser la manera de explotar su talento gracias a la evolución tecnológica que llego en los 2000.

Este fue el comienzo de su futuro y de la adaptación al mundo laboral incluso en la Unipanamericana decidió ampliar su conocimiento al Diseño Visual para ser competitivo en todas las áreas que hoy en día requieren el uso de tipografías y caligrafías.

Sus estudios iban bien, pero el mundo no. Inevitablemente llegó ese momento que el mundo no olvidará por décadas: apareció el Coronavirus. Los científicos lo bautizaron como SARS-CoV-2. Muertes, tristezas y una gran crisis económica sufrieron los habitantes del planeta tierra. Freddy logró sacar la cabeza de tanta desgracia, su profesión le ayudó a sobrellevar su vida.

Hoy en día el sigue implementando su labor en diseño, logrando estar al margen de la innovación del oficio que género en él una pasión y que aun hoy en día lo sigue haciendo con nuevos matices y una perspectiva más amplia.

Esta crónica cuenta la historia de Freddy Norbey Ávila Espitia, un hombre dedicado a escribir con tipos en las tipografías, pero él no es un solitario, está acompañado por millones que hoy escriben en la era digital. Desde los celulares o computadores la historia continúa escribiéndose. Esos emojis que te hace reír o te saca una lágrima es el signo que retrata nuestra historia, aquellos que las nuevas generaciones leerán como parte de lo queda de sus antepasados. ¿Será que les dejaremos una buena historia?

 

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