Con las alas extendidas

El aroma húmedo y floral de los árboles y las plantas inundaba con sutileza al ambiente, y no en vano, pues las gotas de lluvia empezaban a caer.

Muchas veces para las personas de la urbe, se vuelve algo común vivir y transitar entre edificios, puentes, carros y humo; realmente, los momentos para contemplar la naturaleza son pocos, pero cuando se tiene la fortuna de detenerse y levantar la mirada hacia el cielo se pueden encontrar vistas que antes pasaban desapercibidas.

Es la 1:15 p. m., el cielo estaba nublado y lo surcaban vientos que bien se podría decir eran de agosto. Falta solo un mes para que la temporada de migración que va de octubre hasta abril comience, pero el Humedal de Santa María del Lago se prepara para recibir a la Monjita, al Chamón, al Gavilán y escuchar el canto del Sirirí.

Bogotá alberga un 10% de las aves de nuestro país y esto gracias a ecosistemas acuíferos como los humedales, pues estos les brindan a los diferentes tipos de especies recursos que están presentes en la zona tropical.

Al llegar no hizo falta mucho tiempo para encontrarme con un par de visitantes del humedal. La Tingua de pico amarillo o “Focha” como le llama Miguel Sánchez, educador ambiental y mi guía en este recorrido. Él me comenta que la Tingua es un ave territorial, pero que la constante presencia de personas ha permitido que las fochas se acostumbren a la gente.

Y allí estaba, una Tingua de pico amarillo, me acerque lentamente tratando de no hacer ningún ruido que la pudiera espantar, pero por todas partes había hojas secas que con mis pasos crujían, al agacharme para tener un mejor ángulo una de las Fochas levantó su cuello, supongo que es normal sentirse intimidado en presencia de un intruso que toma una foto sin pedir permiso.

La Tingua es una de las especies de aves más comunes en los Humedales de Bogotá y para mí fortuna se pueden observar con mayor cercanía y detalle en el Humedal Santa María del Lago.

A mi espalda, Miguel me explicaba que a las Tinguas les dicen “Fochas” de cariño, me di la vuelta y me aparté de aquella ave que posó para mí y con las alas extendidas salió volando acompañada por aquella Focha que observaba a la distancia mientras yo capturaba el momento.

-Si ve, las asustó.

-Bueno, pero por lo menos pude tomar la foto, le dije a Miguel.

Luego de observar a las Fochas salir volando, para volver a descender y posarse no muy lejos de donde nos encontrábamos, Miguel me comentó que estas son aves muy atentas a cualquier ruido; de los aviones, de construcciones aledañas o hasta de las mismas personas que recorren el humedal.

El sol seguía estando cubierto por las nubes grises, pero por lapsos entre los árboles y el sendero que estos formaban se logran asomar rayos de luz que iluminaban el camino que recorríamos encontrándonos con grandes cedros y coronos en los que algunas mirlas comían de sus frutos y algunas otras revoloteaban.

El Parque Ecológico Distrital, Humedal Santa María del Lago, ha experimentado muchos cambios en su cobertura, como resultado de los diversos usos que ha tenido el suelo de su área de influencia. Este espacio ecológico ha atravesado por un proceso de restauración desde hace 20 años, pues el uso urbano para esta área de influencia dio lugar a la degradación de la vegetación natural que rodeaba el humedal.

El recorrido ya iba por la mitad y Miguel se tuvo que marchar, pero a falta de uno, llegaron dos nuevos acompañantes, Laura Corredor y Javier Mora, el líder de educación ambiental del PEDH Santa María del Lago.

Javier me preguntó: “¿qué tal le ha parecido lo que ha visto hasta el momento?”, a lo que yo le respondí que me parecía muy interesante ver cómo hay dentro de la ciudad espacios ecológicos tan grandes.

-Sí, y muchas veces las personas no son conscientes de estos escenarios, pero, sin embargo, dentro del sector la gente nota la importancia de los servicios ecosistémicos que ofrece el humedal; por ejemplo, ahora va a empezar a llover y el agua que caiga realizará un proceso de depuración. Parte de esa agua viene cargada de carbono que es dañino para el ecosistema, pero hay plantas, como el Jucal, que se encargan de capturar el carbono y regular el ciclo hidrológico de las fuentes acuíferas.

– ¡Eso es lo más bonito!, ser testigo de los ciclos.

¿Me decías que hace un rato viste a una Tingua, cierto? En el Humedal se encuentran básicamente cinco especies dominantes la tingua de pico amarillo, la paloma sabanera, la mirla, el colibrí orejivioleta y el copetón. Y esos son solo algunos, la temporada más bonita para mí es la de colibrís, pero ellos casi ni se dejan ver.

Así terminó este recorrido, lleno de diferentes tonos de verdes y de “Fochas” que se corretean entre sí. Me pregunto si al regresar dentro de un mes encontraré a este humedal igual de sereno, o si por el contrario se llenará del canto de las aves que vienen desde el Norte a encontrar un hogar.

Por: Diego Andrés Lozano Álvarez

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *