El caminar de un campesino

En la tierra donde el fuego y el conflicto no cesan, los campesinos se han convertido en nómadas colombianos dejando sus hogares en un intento desesperado por huir de una guerra que los persigue a donde quiera que vayan, y esta al igual que muchas otras, son las historias que ellos tienen para contarle a un país que se hace el ciego y el sordo, pero sobre todo que no tiene memoria.

– Yo he sido víctima del conflicto desde niño, dice don Martín (Nombre cambiado para proteger la identidad del entrevistado) he sufrido la guerra desde la aparición de la “Chusma” (grupo liberal al margen de la ley que se forma como consecuencia de la ola de violencia, desatada con la muerte de Jorge Eliecer Gaitán, candidato liberal a la presidencia el 9 de abril de 1948, acontecimiento denominado como el bogotazo).

En uno de los capítulos oscuros de la nación donde un colombiano era cruelmente asesinado por pertenecer a un partido político ya sea liberal (rojo) o conservador (azul), los pueblos eran azotados por el terror de las contradicciones bipartidistas en pleno auge de la guerra de las guerrillas.

– Mis padres perdieron todo lo que tenían, nos tocó salir con la mera ropa hacia Vélez (sur del departamento de Santander) y luego para el Cesar.

En el Cesar vivieron felices y en calma pensado que ya le habían ganado la carrera al conflicto armado, pero la guerra con los paramilitares no se hizo esperar.

– Eso fue un conflicto terrible, cualquiera que no lo quisiera a uno y fuera guerrillero, lo torturaban y lo mataban.

Así como don Martín muchos campesinos han tenido que abandonar sus hogares en busca de la Tierra Prometida, de aquel lugar con el que sueñan, un territorio libre de armas, de conflicto, de injusticias, de masacres, pero sobre todo donde se respire paz, la tan anhelada paz por la que muchos colombianos han derramado sangre al ir en busca de ella.

Según el Acnur (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) Colombia es el país con mayor índice de desplazamientos internos, calculándose más de 7 millones de casos. Imágenes: Jesús Abad Colorado

Don Martín frunce el ceño, suspira, se le enredan las palabras, en un gesto que más que ira refleja dolor y tristeza recordando lo que fueron los últimos momentos de vida de su hijo a mano de los paramilitares.

  • Se lo llevaron, lo tuvieron tres días torturándolo por una mala información, lo torturaron como usté no se imagina.

Suspira muy brevemente y sigue con su relato, al parecer y sin importar su edad recuerda muy bien los hechos ocurridos.

  • Lo tuvieron amarrao con un lazo en medio de las manitos (don Martín toma aire) lo metieron en un balde lleno de sal, lo hundían, volvían y lo sacaban, y ya cuando vieron que se estaba ahogando, le pegaron tres tiros en la cabeza.

Este y otros 5.825 crímenes ocurrieron en el periodo de Juan Francisco Prada Márquez alias ‘Juancho Prada’, en ese entonces comandante paramilitar de San Martin, Cesar y Javier Quintero alias ‘Pica – pica’ su comandante de escuadra y sicario de las autodefensas en el sur del Cesar, hoy en día ambos desmovilizados.

  • Luego sufrí la tortura de un sobrino, se lo llevaron a trabajar con ellos, duraban tres meses por allá en la montaña, después les daban vacaciones, les daban una plata para que fueran al pueblo.

Los grupos de jóvenes cansados con las botas totalmente llenas de barro, y con las manos repletas de ampollas por cargar el fusil, se dirigen felices hacia el pueblo donde fueron reclutados alguna vez y que ahora iban a disfrutar de sus vacaciones como si volvieran de un trabajo común y corriente.

En los primeros cinco meses del año 2020, 128 niños, niñas y adolescentes han sido reclutados o vinculados a grupos armados, según informa el balance de Coalico (Coalición contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en Colombia). Foto: Jesús Abad Colorado

Parece que el ser reclutado tenía sus ventajas, pues cada tres meses que los muchachos bajaban “botaban la casa por la ventana”, celebraban en grande, todo era excesos, gozando lo que a punta de sangre se ganaban.

  • El sobrino mío tendría como 15 años, no había estudiado, no tenía ningún conocimiento. Ese niño cuando llegaba de por allá contaba como asesinaban a la gente, como la torturaban, mejor dicho, todos los crímenes que cometían, pero una vez se emborrachó y empezó a contar todo lo que hacían, se dio cuenta alias ‘Pica- pica’, eso fue un 11 de noviembre en plenas fiestas, se lo llevaron pa´ una esquina del pueblo a eso de las 11 de la noche, a él no lo mataron de a tiros, sino que le metieron 22 puñaladas, le cortaron la nuca y lo dejaron colgando de un árbol.

Ellos no querían que nadie lo fuera a recoger (don Martin suspira) y nosotros siendo la familia teníamos que hacer algo por él (vuelve a suspirar, quizá imaginando la traumática imagen de su sobrino después del ataque), así que lo cogimos, lo velamos, lo enterramos y desde ahí empezaron las amenazas.

Como no querían que se supiera la verdá ni nada, preguntaban en el pueblo “¿usté conoció a fulano de tal?” y uno cómo no los iba a conocer siendo jóvenes que se criaron en el pueblo con uno, así que las personas respondían que sí y de una vez los mataban para que todo quedara en lo oculto.

Y así como estas, los paramilitares tenían varias artimañas para silenciar al pueblo y para ejecutar a los “guerrilleros” que se atrevían a pisar sus territorios, si, guerrilleros entre comillas porque sólo eran sospechas, la mayoría de personas que torturaban eran inocentes, personas llenas de miedo y confusión, pues no entendían por qué se ensañaban contra ellos, por lo que, en medio de sollozos, suplicas, rezos y plegarias por su libertad eran asesinados de múltiples formas.

  • En San Alberto, Cesar, comandado en esos tiempos por Camilo Torres (integrante de la guerrilla del ELN) hicieron una fosa de caimanes grandísima y a todo aquel que lo acusaban de cualquier cosa lo llevaban ahí, lo colgaban de los pies y se lo bajaban a los caimanes, muchas veces las víctimas eran personas inocentes que al no saber nada, no tenían como contestar y también se los lanzaban a los animales.

 

  • Yo era útil al país porque yo cultivaba maíz, arroz, plátano, yuca, de todo. Durante ese tiempo me casé, crié a mis hijos, pero llegaron ellos y viviendo con el temor que uno los acusara, nos decían “Si usted cuenta, busque los ataúdes porque los vamos a matar”.

En eso tuvimos que salir de allá, perdimos todo, salimos desplazados y nos fuimos pa´ Cúcuta, en Cúcuta un hermano de mi mujer nos llevó pa´ la nueva frontera (norte de Santander) allá llegamos fue a aguantar hambre y nos metimos a la boca del lobo porque en ese lugar se estaba combatiendo la guerrilla con los paramilitares. Duramos un año viviendo en silencio, teniendo la boca cerrada.

Como nómadas caminando y caminando sin un rumbo fijo, sin saber a dónde ir, se encontraba don Martín de la mano de su señora esposa que sin importar el peligro siempre estuvo a su lado siendo un apoyo mutuo el uno al otro. En una odisea que parece no tener fin y sin el derecho de pronunciar palabra de lo que sus ojos presenciaban, don Martin se devuelve a San Martin para conseguir trabajo, pero luego regresa a Cúcuta y al no saber pa´ donde más coger, en el 2003 decidió arriesgarse con su mujer e irse para la capital en busca de la tranquilidad que estaba tan ausente en sus vidas.

  • Llegamos con las manos cruzadas, como ciegos, venir uno del campo donde sabe hacer todas las labores y llegar a la ciudad es muy triste, llegar a donde no sabíamos nada.

Ya cuando nosotros nos dimos cuenta como se trabaja acá, yo me comunicaba con la gente que iba a Abastos, trabajé reciclando pa´ vender y levantaba la comidita pa´ llevar a la casa.

Hoy en día don Martín vive junto a tres familias “acosados ahí en un apartamentico” como él mismo expresa, aún no vive en una casa propia, pues según él, programas como el PIVE y el semillero de viviendas (proyectos creados con el fin de otorgarle una casa propia a personas de bajos recursos o a víctimas de desplazamiento forzado) para concederle una casa propia les piden que estén ganando 2 salarios mínimos.

  •  Yo tengo 71 años, yo todavía puedo trabajar, pero no le dan trabajo a uno en ninguna parte.

Yo quisiera pedirle eso al gobierno, que nos recompense aunque sea la vivienda, que uno teniendo la vivienda ya cualquier cosa se soluciona.

Hace 10 años don Martín y su esposa conocieron a Virgelina Chará (lideresa social del departamento del Cauca, actualmente residente en Bogotá), ella ha sido la encargada de enseñarles acerca de la cultura de la ciudad, a donde poder ir a buscar trabajo, a que lugares ir y a cuáles no, aprendiendo a sobrevivir, pero también transmitiéndoles un mensaje con el objetivo de perdonar y olvidar lo que les ha pasado.

  • Pero le cuento que es muy difícil olvidar lo que a uno le ha pasado, uno si lo puede perdonar, hemos perdonado a los enemigos, porque como dijo el Señor “El que no perdona no será perdonado”, hemos sanado las heridas y gracias a Dios estamos bien porque tenemos salud y vida.

Aunque el conflicto armado en el territorio colombiano no ha culminado aún, si ha disminuido, la guerra de las guerrillas patrocinada por los liberales y conservadores se disolvió en 1957 gracias al Plebiscito por el Frente Nacional realizado el 1 de diciembre del mismo año, donde se aprueba la alternancia bipartidista en el sistema político del país. Con el transcurso de los años las nuevas tendencias políticas generaron la aparición de varios ideales, ocasionando la creación de distintos partidos que dejarían a un lado la exclusividad que hasta el momento poseían los liberales y los conservadores.

Además, Colombia en su largo trayecto por conseguir la paz, ha dado varios pasos firmes y contundentes que han ayudado a reducir el conflicto armado. Desde 1981 se han llevado a cabo distintos acuerdos de paz o diálogos entre el gobierno y los diferentes grupos al margen de la ley, pero varios de estos procesos no han prosperado debido a que alguna de las dos partes incumple con lo acordado. Sin embargo, el acuerdo más reciente se firmó en la Habana con la guerrilla de las FARC el 26 de septiembre del 2016.

Actualmente el territorio colombiano se recupera poco a poco de las consecuencias que ha dejado el conflicto, a pesar de que aún existan disidencias de algunos grupos armados, los colombianos todavía no pierden la esperanza que la guerra que lleva más de 50 años azotando los diferentes territorios del país, finalice de una vez por todas.

Por: Angie Tatiana Jiménez Castillo

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *