La historia de las letras que componen sentimientos y de los silencios que crean melodías
El pasado gesta lo que somos en el presente. No se puede hablar del hoy sin remontarnos a diferentes épocas y realizar un viaje por cada una de ellas.
El origen de la música
Esta travesía a través del tiempo ha instaurado hitos que siguen estructurando la forma en que entendemos y disfrutamos de este arte universal.
Para nuestros ancestros primigenios en su vivir cotidiano, la idea de la supervivencia se impondría de manera imperativa, y la música surgió como un eco ancestral de una necesidad imprescindible de comunicación. Fue un grito de desarrollo a causa de esos estímulos de emociones y sentimientos, de los que emergieron cambios en la humanidad, como lo relató una vez Charles Darwin en su magistral narrativa sobre la evolución.
Ötzi es la manifestación innegable de la vida cotidiana en la prehistoria. Este descubrimiento contribuyó de manera significativa al conocimiento que se tiene sobre ella. La información revelada por su cuerpo, encontrado congelado en los Alpes en 1991 con aproximadamente 5.300 años de antigüedad, lo convierte en un hallazgo arqueológico inestimable.
El hallazgo del cuerpo reveló una fascinante mirada a la vida en la prehistoria, desvelando detalles cruciales sobre la dieta, la vestimenta y las interacciones sociales de aquel tiempo. Además, arrojó luz sobre cómo las antiguas civilizaciones se comunicaban mediante gestos, dibujos y sonidos, sentando así los cimientos del lenguaje humano.
Este descubrimiento se complementa con evidencias adicionales encontradas en pinturas rupestres, donde la certeza de que las personas cantaban y bailaban se vuelve indiscutible. Además, en el sitio histórico de Eynan-Mallaha, al norte de Israel, varios arqueólogos descubrieron flautas hechas de hueso en yacimientos prehistóricos, sugiriendo la existencia de instrumentos orgánicos como huesos, cuernos y madera en aquella era antigua.
Melodías evolutivas
Las antiguas tradiciones y costumbres estructuran aquel tejido de la humanidad; estas han servido como cimientos para el progreso de civilizaciones a lo largo de los siglos. Desde los tiempos de las tribus nómadas hasta las cortes de los faraones y emperadores, la música ha sido testigo sigiloso de nuestro devenir.
En los remotos rincones de la antigua Grecia, la música no solo era una forma de expresión, sino que pertenecía a la esencia de su cultura, estrechamente relacionada con la religión y el teatro, y creaba nuevos sonidos mediante instrumentos como la lira, el aulós y la cítara, que componían pregones dedicados a sus dioses.
Aquellos instrumentos no serían lo único en lo que influiría Grecia; el gran Pitágoras no solo contribuiría a las matemáticas, de hecho, es imposible no vincularlo con la música, ya que la creación de la escala pitagórica ayudaría a afinar los tonos musicales, siendo uno de los primeros en fusionar la música y las matemáticas con una lógica casi científica.
Probablemente serían los primeros en descubrir que las armonías tenían una relación estrecha con el sentir humano y con su influencia en el desarrollo cognitivo, como aseguró el renombrado psicólogo y epistemólogo suizo Jean Piaget, quien fue de los primeros en hablar de la inmersión del contexto musical, así como de la exploración y experimentación con sonidos, desempeñando un papel fundamental en el desarrollo cognitivo de los niños.
Así es como la historia se sumerge en la música y en su conexión con la humanidad, otorgándole su esencia y permitiendo comprender su papel en la expresión emocional y en el desarrollo cultural mediante estilos surgidos en diferentes épocas y lugares. Esto demuestra que la música continúa siendo una fuerza poderosa que impacta desde el alma hasta el proceso de aprendizaje humano.
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