El ajedrez comunitario, un peón por coronarse

El ajedrez saca lo que hay dentro de la persona, llega a demostrar lo que es como ser humano.” Don Luis.  

Por: Juan David Cepeda Veloza. 

En 2018 una reconocida empresa llamada YouGov; la cual es una compañía global y de opinión pública, supone que en el mundo hay más de 600 millones de personas que juegan regularmente ajedrez.  En medio de esta búsqueda es pertinente preguntarnos: ¿Cuántos de estos jugadores son parte del ajedrez comunitario? , Edward Winter, quien es reconocido por sus Chess Notes (Notas de ajedrez) comenta lo siguiente:queNadie sabe, ni siquiera aproximadamente, cuánta gente juega ajedrez, y nadie debería pretender saberlo”.  

Cuando se toma la decisión de sumergirse en el centro de la capital, el instinto animal, callejero y cotidiano se apodera del cuerpo y el paisaje podría denominarse como un caos funcional. En sus entrañas se experimenta lo que muchos llamarían: “una selva de cemento”. En octubre, el invierno se manifiesta con fuerte lluvia y mientras se esquivan vendedores con carritos metálicos llenos de paraguas, surge en mi mente una conclusión devastadora: “No creo que encuentre ajedrez en estas calles, la lluvia probablemente ha espantado a todos. ” Afortunadamente me equivoque, en el camino mi padre, a quien le debo el acercamiento al ajedrez, me señala unas mesas y menciona: “Ahí están, véalos véalos”. 

Más de un tablero con cuadros verdes y blancos tenía encima piezas de ajedrez blancas y negras. Ninguna ficha estaba en su posición inicial, todos eran juegos comenzados parados por la lluvia, estaban todos vacíos con excepción de uno que había decidido llevar la mesa, sillas, espectadores y tablero debajo de un techo cercano.       

En medio del encuentro algunos espectadores debatían las jugadas y decisiones que tomaban los participantes. Hacían gestos y se susurraban entre sí, señalaban algunos cuadros y fichas del tablero.  

En el lugar había un hombre con gorra, tapabocas negro y un chaleco azul que en el respaldo anunciaba la venta de cigarrillos. Este caballero se llama Anderson Flores quien era el administrador. Lo llamamos con algunas señas y él caminó en nuestra dirección. Nos explicó: “Quien nos obsequió las mesas fue un concejal, usted paga 1.500 pesos y juega todo el día hasta el cierre a las 6:30 de la tarde… La idea es que no apuesten, sin apostar. Porque si han habido apuestas, pero mejor evitarlas. Una vez habían dos abuelos  uno como de 70 y el otro como de 75 dándose en la jeta ahí por un caballo, que dizque porque corrió mal.  

Mientras algunas personas regresaban a sus juegos en las mesas abandonadas Anderson prosigue su relato, nos contó: Acá usted ve jugando recicladores con abogados y uno cree que porque es reciclador no juega… al contrario juegan mejor que un abogado. Ya he visto palizas de habitantes de calle dándole palizas a gente elegante. Eso no se discrimina a nadie. Una vez vi una partida de un señor que recicla latas de cerveza, estaba jugando con un gerente de un banco del norte. Yo dije “Uy, esta partida”. El reciclador le estaba ganando a él y el gerente se sentía como: Juepucha me está ganando  y le ganó la partida. El gerente le pidió jugar la segunda, también la ganó. Y se fue como ardido.  

Fotografía tomada de: Pxfuel

En nuestra despedida, nos sugirió ir a otro un sitio en donde se encontraba Don Luis, el administrador de otro espacio de ajedrez comunitario por el mismo sector delen otro lugar del centro de la ciudad. Es que Bogotá tiene esa magia……

Lo sorprendimos mientras disputaba una partida, entre alegatos decía: Eso no se puede hacer, eso es peón muerto. Se levantó de la silla y el otro jugador tomaba las fichas y las volvía a poner en su puesto. Me acerque y le plantee: “Don Luis, quiero entender el ajedrez callejero, pero me surge una duda; ¿Por qué desplazarse hasta aquí, aguantar la lluvia, pagar por el uso, cuando ya existe una forma de jugar gratis ajedrez desde el celular contra cualquier persona en el mundo? ¿Qué es lo que llama la atención del ajedrez comunitario? “.  Su devolución fue la siguiente: Es una comunidad y a través del ajedrez en la calle, se logran crear muchos lazos… comienzan a dialogar, distinguirse y llegan a conocerse… Como le comento, aquí vienen muchas personas con problemas laborales, sentimentales, personales, etc. Entonces aquí logran superar toda esa clase de obstáculos… El celular para mi está acabando con la gente, está acabando con toda clase de relaciones interpersonales, al celular se le debe dar un uso adecuado… Hoy en día están promoviendo el ajedrez en internet, porque se han dado cuenta que a través del ajedrez se vencen una cantidad de obstáculos. El ajedrez hoy en día lo toman como ejemplo para todo porque es la vida de uno reflejada en el ajedrez. Le conté la historia que me había narrado Anderson y me dijo lo siguiente: La gente prepotente siempre se creen superiores a los demás, se creen mejor dicho que cantan, que lloran, que ríen… entonces llega gente así humilde y los acaban… El ajedrez saca lo que hay dentro de la persona, llega a demostrar lo que es como ser humano.  

Yo llevo 14 años haciendo esto del ajedrez comunitario y me ha tocado enfrentarme a muchas autoridades como la policía, el alcalde local, el alcalde mayor, con gente de la secretaría de gobierno, me tocó pararme con berraquera porque muchas veces quisieron acabar con el negocio del ajedrez aquí y me toco a mi, pararme con mucha decencia y con firmeza. Hoy gracias a Dios tenemos el galardón o el pago de lo que nosotros luchamos. Aunque no seamos nosotros, hay alguien que está colocando mesas de ajedrez por todo Bogotá y es un concejal del partido liberal. Su nombre estaba en las mesas de Anderson con letras en color rojo: ÁLVARO ACEVEDO – CONCEJAL DE BOGOTÁ,  por un costado y por el otro: AJEDREZ AL BARRIO. 

En nuestro camino de retorno, nos encontramos una grata sorpresa. Las sillas que encontramos vacías y las piezas estáticas, eran solo un recuerdo. Estaban en simultáneas, practicando lo que muchos definieron como “Deporte ciencia”. 

El ajedrez comunitario es el hogar y familia de muchos pensionados, personas en situación de calle y diversos sectores de la sociedad que encuentran en el tablero un lugar seguro. En el Lasker un club de ajedrez reconocido en el sector, se ven muchas caras conocidas, organizan torneos los sábados y domingos con una inscripción de 10 mil pesos e incluso van a pasar allí el 24 y 31 de diciembre.  

Esta es una realidad, el ajedrez comunitario es mucho más que una categoría, un deporte, una reunión, un negocio, una práctica o una competencia. Prácticamente todos se quejaban de la pedagogía inexistente en este deporte en las universidades, pedían torneos organizados por el gobierno y la creación de espacios que motiven este deporte, como un motivo para su encuentro. 

Un maestro que con 80 años había dedicado 40 al ajedrez me invitó a jugar una partida.  

Lo conocí en el Lasker. Su nombre era Jaime Castro y entre muchas cosas, mencionó: El gobierno no le invierte al ajedrez, porque no es negocio, no da plata. Después de la travesía, se comprende en la práctica que nadie juega ajedrez con el fin de lucrarse. Solo desean ver con mayor frecuencia los tableros en la calle y tener parientes en muchos más rincones de la ciudad.  

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