Uno nunca sabe quién está al frente
Un sabor amargo transcurrió por el cuerpo de Urías Buitrago, al enterarse que en un día pesado de trabajo, sin siquiera saberlo, trató mal a su cantante favorito.
Por Laura Nathalí Buitrago M.
En una pequeña tienda del barrio Mandalay sonaba una melodía entretenida, aunque unida a una letra bastante triste que consistía en una carta que suplicaba compañía.
“Cuando uno está en condición tiene amigos a granel. Pero si el destino es cruel, hacía el abismo nos tira. Vemos que todo es mentira y que no hay amigo fiel” – Son las palabras inmortalizadas de Oscar Agudelo en su canción de “la cama vacía”.
Mi ‘toto’, como le decía cuando era una niña pequeña, es un hombre testarudo, cerrado, tradicional y marcado por sus vivencias pasadas. Es difícil hablarle a una persona así. Aunque, en medio del duro caparazón que se ve en su exterior es una persona muy tierna, a la que toca saber llegar. Es más, por su físico y sus momentos de dulzura podríamos compararlo con Santa Claus, solo le falta el traje y sería su doble perfecto.
Ya había escuchado esa canción, sin embargo, hasta ese día mi papá me dijo que le prestara atención a la letra. Y mientras escuchaba la conmovedora historia dentro de esta obra musical, mi abuelo, Urías Buitrago, me contó que llegó a gritarle al intérprete de la canción.
Siendo un hombre trabajador desde muy pequeño, el abuelo se encargó de formar sus propios negocios. Su talento para ver oportunidades era de admirar. De repente, su vida cambio de ser un campesino desplazado por la violencia a ser un hombre que ya no necesita trabajar para sobrevivir.
Pero como ya lo mencioné, es un lado muy privado de él, que pocas personas conocen. Debido a esto, las personas siempre han tenido cierto miedo al hablarle y más si es para controvertirle.
Para su mala suerte, hace muchos años, Oscar Agudelo, entró a un deposito de materiales que mi abuelo administraba y se llevó una mala impresión del hombre encargado del establecimiento.
Tras atravesar la entrada de un establecimiento de aproximadamente 18 metros de frente. Se encontraba un panorama bastante agitado, trabajadores moviéndose de lado a lado, cargando bultos de arena y/o cemento, y una gran clientela en el lugar.
Un hombre alto, de contextura gruesa, que portaba un sombrero de vaquero junto con una camiseta y pantalón formal, se encontraba detrás de un mostrador. A sus espaldas había insumos de construcción, remodelación y herramientas de frecuente uso.
Se le veía ocupado, sin embargo, Oscar Agudelo necesitaba cambiar un empaque que había comprado en el lugar. Mi abuelo, al escuchar la petición de cambio se negó, pues le parecía absurdo cambiar un producto por el empaque. El cantante, insistió tanto que enfureció a Don Urías, quién terminó por gritarle que no lo hiciera perder el tiempo.
Cuando el intérprete de “Desde que te marchaste” se marchó. Un cliente que presenció la escena dejó atónito a mi abuelo
- ¿Acaso usted sabe quién era ese que salió?
- ¿A mi que me va a importar quién es ese?
- Era Oscar Agudelo, el cantante.
En ese momento mi abuelo abrió los ojos como platos, se quedó callado y continuo con sus labores. Aunque bastante desconcertado por haber tenido a la persona que admiraba al frente y haberla tratado mal sin justificación. ¡Ya se había marchado!
Serie: #CrónicaDeLosAbuelos