“Dejar toda una vida para entregarse a la guerra”: Liliany Obando
La excombatiente de las FARC habla del rol de las mujeres en la guerra y del proceso que llevan actualmente para hacer memoria.
El 27 de mayo de 1964, en Marquetalia, Tolima, se fundaron las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Desde entonces, dicho grupo armado ha contado con miles de hombres y mujeres que han militado en esa guerrilla.
Más de 50 años después, el 24 de noviembre del 2016, el Gobierno de Colombia y las FARC firmaron el acuerdo para la terminación definitiva del conflicto. Un año más tarde, amparados por la legalidad, los excombatientes de la guerrilla fundaron el partido político Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC).
Una de las excombatientes es Liliany Obando, socióloga que militó más de 30 años en la guerrilla. Por medio de documentales y conversatorios, ella busca crear memoria y dignificar el rol de la mujer en el conflicto armado colombiano. A continuación, partes de la entrevista con ella.
¿Cómo se dio su ingreso a las FARC?
Muy joven empiezo a hacer una militancia en la juventud comunista. Luego estuve en la división del partido comunista. Yo hice parte de los inicios de la Unión Patriótica.
A muchos de mis compañeros y compañeras las asesinaron mientras hacíamos política por las vías legales. Primero fue como la vía clandestina, luego sí ya definir lo que nosotros considerábamos en ese momento era una forma superior de luchar que era dejarlo todo por abrazar la lucha insurgente
¿Cuál era el rol de la mujer en la Unión Patriótica y en las FARC?
Son espacios que las mujeres poco a poco nos vamos ganando. Tanto en uno como en el otro, las mujeres siempre estábamos presentes. En nosotras estaba el decidir proyectarnos e irnos ganando un espacio en donde estuviéramos haciendo la militancia.
¿Qué consecuencias tenía para una mujer el ingresar a uno de estos grupos armados?
Pertenecer a un movimiento insurgente implica alejarse a todo. Por ejemplo, a la familia. Si tienes hijos o hijas, dejar los hijos; si eres profesional, dejar tu vida profesional o tus estudios. Dejar toda una vida para entregarse a una lucha. Muchas decisiones no son tan fáciles.
¿Ya había culminado sus estudios universitarios al ingresar a las FARC?
Por mi formación, yo iba y venía. Hice un esfuerzo muy complejo, muy difícil de ir estudiando mientras era militante.
En ese momento hice mi carrera profesional. Lo que si me quedó pendiente fue cuando estuve en el proceso del Caguán, en esa época estaba realizando una maestría, pero me faltó la tesis de grado. Es algo que ahora, de vuelta a la legalidad, considero me debo a mí misma.
¿Qué hechos específicos hicieron las mujeres para tener un trato igualitario en las FARC?
Por parte de la organización, en los estatutos siempre existió aquello de que la mujer y el hombre eran iguales y libres. A eso había que darle un contexto. Ya la otra parte sí era un componente consciente que teníamos que poner nosotras. A veces uno chocaba con cuestiones de machismo, pero también que en ocasiones la mujer no decidía asumir ciertos roles.
¿Cuál era su rol en las FARC?
Yo ocupaba más tareas de tipo organizativo, de apoyo en roles de tipo político. Estuve apoyando el trabajo internacional de las FARC.
¿Qué es “Nunca Invisibles”?
Con el proceso de paz se nos abren posibilidades para empezar a compartir muchas cosas que en tiempo de guerra no se contaban. Nunca Invisibles hace parte de eso. De la posibilidad de que las mujeres creen memoria contando su historia con sus propias voces.
El Centro Nacional de Memoria Histórica estaba haciendo una convocatoria para construir iniciativas de memoria en las organizaciones. Nosotros nos postulamos y ganamos. Ahí empezamos a construir con un grupo muy pequeño de mujeres.
Nuestra organización era a nivel nacional, pero era muy difícil involucrarlas a todas. Por eso optamos hacerlo en Bogotá con un grupo de mujeres excombatientes, del partido FARC, fundamentalmente.
En el documental titulado “Nunca Invisibles” hay, en su mayoría, mujeres rurales que vienen del Bloque Oriental. Eso nos daba una mirada de conjunto y de la diversidad de mujeres que en su momento hacían parte de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y que ahora hacemos parte del partido FARC.
¿Cuántas mujeres participaron en la realización del documental?
Éramos alrededor de unas 50 mujeres. Un porcentaje muy mínimo con respecto a la población total de las mujeres de las FARC, pero en sí recogíamos mucha de la experiencia compartida como parte de la organización.
¿En qué espacios se ha presentado el documental?
Afortunadamente, y para la sorpresa nuestra, el documental ha tenido una muy buena aceptación. Un muy buen recibimiento.
Nos han invitado a universidades, al Museo Nacional de Colombia (lugar dónde se hizo el lanzamiento), se ha presentado en varias ciudades del país, en Cúcuta, en la Costa, en el Eje Cafetero, en Nariño. En dónde lo piden, ahí se presenta el documental. Lo han transmitido en otros países también, lo tradujeron al alemán y ha tenido muy buena recepción.
Además, desde el principio, por requerimientos del Centro Nacional de Memoria Histórica, pero también por nosotros, hicimos público el documental en YouTube.
Ahí pueden acceder muy fácil a él. Si también quieren un conversatorio con nosotras referente al documental, ahí sí pues nos buscan y nosotras con todo gusto buscamos las formas de atender los espacios.
¿Han pensado a futuro realizar algún otro material audiovisual que promueva la memoria de las mujeres en las FARC?
Este documental era un proyecto piloto que teníamos. El primer ejercicio que hacíamos en la legalidad, pero nuestro interés si es continuar haciendo un trabajo de construcción de memoria.
Afortunadamente, nuestra organización tiene un acumulado histórico de memoria gigantesco. Son más de 50 años de lucha.