La tragedia del amor en medio de la guerra
“Tuve que matar al amor de mi vida, con tal de no perder la mía” así lo señaló Kevin Daza mientras se le entrecortaba su voz, y sus ojos cada vez se ponían más vidriosos. Con dolor y mucho sentimiento, cuenta uno de los peores momentos a la que fue sometido en el periodo de tiempo que estuvo en la guerrilla.
Esta es la historia entre la realidad y la ficción que muestra cómo la vida en los grupos armados deja impregnada la tristeza de la muerte que se carga a cuestas.
Por: María José Camargo Benítez.
Era un día normal como cualquier otro, nada diferente a la rutina y monotonía diaria, era el 22 de agosto. Kevin y sus compañeros, como solían hacerlo todos los días, salieron a realizar un barrido. Así le llamaban a la búsqueda de personas para ser secuestradas. Esperaban en aquel lugar desolado mientras se preguntaban entre ellos quiénes serían sus próximas víctimas.
Pasaron horas, minutos y segundos buscando por tierra, monte, piedras y barro alguna familia para secuestrar, no había sido un día fácil de búsqueda. Al pasar las horas al fin encontraron sus presas. ¡Acá hay 4! gritó uno alertando a los demás, pidiendo ayuda para que no se les escapara la oportunidad de obtener buenos resultados.
Padre y madre del hogar, encadenados y con los ojos vendados fueron llevados a la parte de atrás de la casa, mientras estos eran arrastrados, la hermana mayor, aproximadamente entre unos catorce o quince años, fue golpeada, insultada, y amordazada por dos de los cinco hombres que iban. Kevin fue su principal victimario, sin piedad lanzaba comentarios denigrantes hacia ella, casi no le veía su cara, pues ella, siempre se la tapaba.
Con gritos desesperantes la hermana menor de la familia suplicaba que no le hicieran daño a ninguno de sus parientes, con dolor y miedo decía que hicieran lo que quisieran con ella, pero que a su hermana mayor (a quien por nombre le daremos Hanna) no le hicieran nada. Era evidente el amor entre las hermanas.
Por otro lado, la madre intentaba soltarse las vendas para poder escapar de las sucias manos de los guerrilleros. El padre con insultos, diciendo hasta las peores groserías contra ellos, deseándoles hasta la peor muerte, aseguraba una y otra vez que eso no se iba a quedar así.
Kevin solo obedecía órdenes de sus superiores, al final los montaron a una canoa. Kevin, Hanna, su madre, su padre, su hermana menor, junto con los hombres armados, iban río adentro. Llegaron a su destino, y lo primero que hicieron fue separarlos.
Al hombre lo golpearon, lo maltrataron, lo torturaron hasta más no poder. Sentían placer y gusto haciéndolo. Esto comenta el protagonista de la historia, entre lágrimas sus hijas y su esposa veían como ´el quedaba cada vez si forma de defenderse, pues bueno, si lo intentaba al menos, ya sabían que era hombre muerto.
A la madre la sometieron a acostarse con seis hombres diferentes durante toda la madrugada, fue la peor noche de su existencia. Kevin fue uno de los que también la violó, sin tapujo, pero con mucha vergüenza y arrepentimiento lo admite. Pasaron a la parte donde tenían a Hanna, también fue abusada, esta vez solo por dos hombres. Una vez entrando Kevin al lugar, sería el tercero en abusar de ella, pero se detuvo, algo no lo dejó hacer este tan tenebroso acto. El, solo salió de ese lugar en par patadas. A Hanna esto se le haría extraño, supone Kevin
La hermana menor de Hanna, se la llevaron y no dejaron rastro alguno, a ella la mataron, pues no servía de mucho tenerla ahí, era un estorbo para ellos. Así pasaron los días.
Pusieron al hombre del hogar de campesino; a la madre la mataron, abusaron de ella hasta más no poder, y después de eso, fue tirada como una basura dentro de una bolsa a la mitad de la nada. Hanna también era violada y torturada día y noche, y esto era algo que a Kevin le dolía, a tal punto de en ocasiones la defendió de sus comandantes, sin importar las consecuencias.
Después de dos meses de la misma rutina, era más el contacto que había entre Kevin y Hanna. Poco a poco Kevin fue sintiendo una sensación extraña en lo más profundo de su corazón, sentía enamorarse por primera vez. Tantos años en la guerrilla casi le hacen olvidar que era sentirse así y más por una bella jovencita. Hanna en sus encantos lo atrapó, y él cada día más perdía la razón, no le importaba si descubrían que él estaba protegiendo a Hanna de todo mal y peligro, solo anhelaba poder salir de ahí corriendo con ella. Así tuvieron una relación a escondidas por varios meses.
De tanto romance entre la selva, donde las ramas eran testigos de este amor, surgiría una noticia que cambiaría todo. Es de no creer, Hanna estaba embarazada, tenía tres meses de embarazo… una niña criando a otra niña como le dice Kevin, él no quería que nadie se enterara de esto. Pero entre cielo y tierra no hay nada oculto, su gestación ya era muy notable, no se podía seguir manteniendo en secreto.
Los rumores sobre el embarazo llegaron a oídos de sus superiores, quienes tomaron medias frente al asunto. Llamaron a Kevin, y le dieron la orden de matarla. Sintió como se le derrumbaba el mundo, con esta orden que tenía que cumplir ya su historia llegaría a su fin, negociaba lo que fuera con tal de no quitarle la vida a Hanna, pero ninguna propuesta sirvió, ya estaba dicho, o la mataba o al que iban a matar sería a él
Salió del lugar destrozado, sin ganas de nada, pues algo de él ya se había apagado. Se dirigió hasta donde tenían a Hanna, estaba amarrada a un tronco, con los ojos vendados, el entró y lo único que pudo decirle fue “Perdón amor, no tengo otra opción”, apretó el gatillo y de ahí salió muy rápidamente un tiro. La vida de Kevin está marcada por la desgracia, con cada palabra que sale de su boca una lagrima se derrama, como un alma en pena.