Morir por Covid-19 o morir de hambre, el dilema de los colombianos
Ya se cumple un mes desde que el Gobierno decretó la cuarentena para proteger a la ciudadanía del contagio del Covid-19 en todo el territorio. Desde ese momento, las autoridades locales, distritales, regionales y nacionales, han puesto al servicio de los menos favorecidos, una serie de ayudas que van desde giros en dinero, mercados y alivios económicos para la financiación de servicios públicos y créditos. Pero esto no ha sido suficiente, pues cada día son más los sectores que piden a gritos que no los abandonen en medio de esta crisis de salud que vive el mundo.
Como era de esperarse, la economía empezó a sufrir un colapso, las industrias y los pequeños y medianos empresarios no han podido abrir sus negocios, lo que ha significado despidos masivos, incremento del desempleo y por supuesto, la quiebra de muchos establecimientos.
Y mientras los mandatarios hacen esfuerzos sobrehumanos por atender la necesidad de hambre de las diferentes comunidades, estas piden a gritos que se levante la cuarentena para poder salir a trabajar y ser “productivos de nuevo”.
Según los expertos epidemiológicos, no hay manera de aplanar la curva, ya que no hay vacuna o medicamentos para tratar el Covid-19. Situación que no permite eliminar ni mitigar el impacto del virus entre las personas y han sido enfáticos al asegurar que la única manera de controlarlo, es con el DISTANCIAMIENTO SOCIAL, es decir, no tener contacto con otros. Eliminando los espacios de aglomeración y para las personas que estén en la calle, guardando una distancia de por lo menos 2 metros.
¿Cómo lograrlo? Este es el cuestionamiento de la sociedad civil pues no parece posible hacer esto en muchos comercios en donde los espacios son reducidos y de contacto directo con clientes y usuarios.
Reactivar la economía no es tan fácil como muchos lo hacen ver, no es simplemente levantar la cuarentena y salir y a las calles, no es simplemente abrir los locales, no es simplemente que los vendedores ambulantes vuelven a su esquina de trabajo, no. Al hacerlo, el riesgo de contagio se va a incrementar y en Colombia no hay camas en los hospitales para tanta gente. Por lo que la historia que hoy vive Ecuador de ver cadáveres tirados en los andenes ante la mirada de los transeúntes, puede convertirse en la cruda realidad.
El pasado viernes 17 de abril falleció en las calles de Bucaramanga un hombre de 60 años. Murió ante la mirada de sus amigos vendedores. Nadie lo pudo ayudar, nadie sabía que tenía Covid-19. Él solo salió a vender sus flores pues no tenía qué comer. No sé sabe quién más tuvo contacto con él, no se sabe cuántos contagiados dejó esta nueva víctima.
El dilema de los colombianos de estratos bajos, medios y de aquellos pequeños y medianos empresarios, es, ¿salir o no salir? pues cualquiera de las dos les puede causar la muerte ya sea por el contagio de la enfermedad o por el hambre.
¿Qué dicen las autoridades? Los diferentes líderes de las ciudades, regiones y la presidencia de la República, están contemplando la posibilidad de reabrir paso a paso los diferentes sectores y de esta manera, hacerle trampa al virus. Para ello, inician este lunes 27 de abril con los comercios de manufactura y construcción a nivel nacional. En Bogotá por su parte, la Alcaldía Mayor anunció que inicia únicamente con el área de construcción, de allí evaluarán los resultados que este muestre y procederán a hacerlo con el área de manufactura, considerando que es irresponsable abrir los dos al tiempo, ya que el medio de transporte de la capital se puede convertir en un foco de contagio de alto riesgo.
La cruda verdad es que el Covid-19 llegó para quedarse por mucho tiempo y aún si los mandatarios “reactivan la economía” de manera inmediata, no parece que habrá clientes para comprar productos que a hoy no son vitales, las prioridades de adquisición han cambiado y el desempleo está en aumento y no da tregua.
Por: Dayán Rodríguez
Periodista invitada
Fotos: Cortesía - Fondo Internacional Monetario / Cortesía - El Confidencial