Murió el Papa Francisco: una vida de reformas, cercanía y diálogo global

Este 21 de abril de 2025, el mundo católico amaneció con una noticia histórica: a las 7:35 a.m. hora de Roma, falleció en la Casa Santa Marta el Papa Francisco, a los 88 años. El anuncio fue confirmado por el cardenal Kevin Farrell, camarlengo de la Iglesia, en una breve declaración que marcó el inicio del luto oficial en el Vaticano. El deceso del pontífice argentino pone fin a un papado de doce años que transformó las formas, el lenguaje y las prioridades de la Iglesia Católica.

Por: Adrián Paz- Artículo 20 Lab

Desde su elección en 2013, tras la sorpresiva renuncia de Benedicto XVI, Jorge Mario Bergoglio rompió con siglos de tradición vaticana. Fue el primer Papa latinoamericano, el primer jesuita en llegar al trono de Pedro, y el primero en elegir el nombre de Francisco, en honor a San Francisco de Asís. Su papado se caracterizó por una apertura a las periferias, tanto geográficas como existenciales, con una fuerte apuesta por la humildad, la reforma interna y la justicia social. Rechazó los lujos del Vaticano, vivió en una residencia común, prefirió autos pequeños y siempre insistió en que la Iglesia debía estar “en salida”, acompañando a los más vulnerables.

Durante estos años, Francisco se pronunció a favor de temas que durante décadas fueron tabú dentro del catolicismo. Abrió caminos para el diálogo con la comunidad LGBTIQ+, apoyó las uniones civiles entre personas del mismo sexo, denunció la crisis climática como un pecado estructural en su encíclica Laudato Si’, e impulsó procesos de descentralización del poder eclesiástico a través de sínodos regionales. También intentó erradicar la pederastia clerical, aunque sus esfuerzos fueron cuestionados por sobrevivientes y activistas que esperaban medidas más contundentes.

Su salud se fue deteriorando en los últimos años. En marzo fue hospitalizado brevemente y, aunque regresó a sus funciones, su aparición pública del domingo 20 de abril evidenció un notorio debilitamiento. Aun así, se aferró hasta el final a su deseo de servir. Según su voluntad, no será enterrado en la Basílica de San Pedro, sino en la iglesia Santa María la Mayor, lugar al que acudía antes y después de cada viaje apostólico. Una decisión coherente con su papado, marcado por la sencillez y el gesto simbólico.

Con su muerte, el Vaticano se prepara para el cónclave en la Capilla Sixtina, donde los cardenales menores de 80 años deberán elegir a su sucesor. La pregunta que ronda los pasillos sagrados es si el próximo Papa seguirá la línea de apertura y pastoral del Papa Francisco, o si representará un regreso a un estilo más tradicional y conservador. En Roma ya comienzan a sonar con fuerza varios nombres, algunos alineados con el legado de Francisco, como el cardenal filipino Luis Antonio Tagle, el italiano Matteo Zuppi o el maltés Mario Grech. Otros, con perfiles más doctrinales o diplomáticos, podrían representar un giro en las políticas internas de la Iglesia.

Más allá de quién resulte elegido, el desafío será enorme. Francisco no solo transformó el tono de la Iglesia, sino que la empujó a repensar su lugar en el mundo moderno. Lo hizo con gestos pequeños pero profundos: lavando los pies de migrantes, besando a personas enfermas, hablando con franqueza sobre temas espinosos. Su legado queda sembrado en millones de creyentes y no creyentes que vieron en él a un líder espiritual dispuesto a escuchar, acompañar y, sobre todo, humanizar la fe.

Hoy el mundo despide a Francisco con tristeza y gratitud. Se va el Papa que pidió siempre: “Recen por mí”. Se va un hombre que desafió las estructuras con amor, que creyó en una Iglesia abierta como hospital de campaña, y que deja tras de sí una profunda huella. Ahora el mundo católico entra en una nueva etapa, en la que el rumbo aún está por escribirse.

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