¿Seguirán vivos?

Conmemorando 35 años de la tragedia de Armero.

13 de noviembre de 1985, 11:30pm, el Volcán Nevado del Ruiz hace erupción, Armero municipio del departamento del Tolima queda sepultado en un 85 %, aproximadamente 5000 a 6000 habitantes logra sobrevivir, fallecen más de 23000 personas de una población de 29000, 237 niños desaparecieron, 20611 personas quedaron damnificadas. 

Edith Ávila, oriunda de Armero y sobreviviente por casualidad de la tragedia que acabó con este territorio, cuenta que un día antes (martes 12 de noviembre) a la edad de 23 años, viajó a la ciudad de Bogotá con la idea de buscar trabajo, “Quería abrirme camino para estudiar, ya que en Armero no había en ese momento posibilidades de hacerlo, había terminado mi bachillerato y quería hacer otra cosa” afirma.

Ese día llegó donde una prima, quien le dio hospedaje mientras ella entregaba hojas de vida en busca de un trabajo mejor que el que tenía en Armero, todo culminaba normal como un día común y corriente, pero lo que no se imaginaba era que unas horas más tarde la vida le daría un giro de 360°.

5 am del 14 de noviembre de 1985, la prima de Edith se alistaba muy temprano para salir a trabajar, mientras lo hacía encendió el radio como era costumbre, en ese momento estaban transmitiendo las noticias. Edith se encontraba acostada en la habitación continua, cuando escuchó que Armero había desaparecido debido a una erupción del volcán nevado del Ruiz. Inmediatamente un frio, un temblor, un mal presentimiento y miles de preocupaciones atravesaron de pies a cabeza su cuerpo y alma, intentó comunicarse lo más pronto posible, pero lo que decían las noticias era cierto, nadie respondía.

“En vista de todo eso, me encontré con un primo en el terminal y viajamos hasta Ibagué, en Ibagué nos desplazamos hacia Lerida y hasta ahí nos permitieron llegar porque en ese momento ya estaban haciendo rescates, Lerida lo habían utilizado como un helipuerto donde llegaban todos los helicópteros con los heridos, también habían instalado una gran cantidad de campamentos donde los atendían, yo busqué inmediatamente como comunicarme o encontrarme con gente conocida”.

Durante los siguientes 3 días, Edith pasaría su tiempo en busca de su familia, le preguntó a varias personas, se encontró con heridos, fue de un lado a otro, pero como nadie le daba razón de sus seres queridos, decidió devolverse para Ibagué y en ese lugar una persona rescatada se comunicó, les dijo que sus familiares estaban en un determinado punto en Armero (Mercadito) donde no había pasado la lava y que estaban esperando a que los rescataran, “pero no sabíamos que personas estaban allí porque no mencionó ni quienes, ni cuantos, ni nada”.

Abuela, madre y otros familiares de Edith en el parque infantil de Armero

“Toda mi familia vivía en Armero, mis tías, mi madre, mis hermanos, mis tíos, mis primos, mi abuelita, así que todos estábamos a la expectativa, familiares de Ibagué, Guayabal y Lerida esperaban noticias de ellos, ya que los transportes de rescate llegaban de Armero a Guayabal o a Lerida. 2 días después (lunes 19 de noviembre de 1985) llegó a Ibagué un bus con bastante gente, entre ellos muchos familiares míos, pero mi madre y mis hermanos, mi núcleo directo nunca llegó”.

 

Con la esperanza de encontrarlos Edith acompañada de una amiga quien también buscaba su familia, fueron a la Cruz Roja de Ibagué para averiguar si sus seres queridos se encontraban allí y en vista de que no aparecían, las dos se encaminaron hacia diferentes sitios donde miraban las listas de nombres colocadas a la entrada tanto de hospitales como de campamentos, también buscaron en diferentes lugares del Tolima, estuvieron en Girardot, en el Espinal, pero nunca encontraron a alguien.

“Varias veces nos encontrábamos con personas que decían haber visto nuestros familiares en otros lugares, así que inmediatamente íbamos para allá y cuando llegábamos no era cierto, ellos se equivocaron o en medio de toda la confusión se les hizo verlos”

Al cabo de 20 días, Edith se devolvió para Ibagué a solicitar trabajo en una sucursal de la misma empresa en la que trabajaba en Armero, su intención era pedir empleo en cualquier lugar que no fuera el Tolima y ellos la trasladaron para Bogotá, ahí permaneció trabajando y apenas se enteró que podía visitar Armero, no lo dudo dos veces y viajó.

“Yo fui a finales del mes de diciembre del mismo año, para entonces ya había bajado un poco el lodo”, Armero estaba completamente destruido, se divisaban escombros, pertenencias de los habitantes por todo lado, incluso al caminar las personas podían encontrarse con restos humanos, todo mezclado en un gran fango color gris que cubría esa gran extensión de terreno que meses antes era uno de los pueblos agrónomos más ricos del Tolima.

Uno de sus hermanos menores, Edith y su madre / Edith y sus hermanos

“Llegué a la casa donde yo vivía, mi madre vivía en otra con mis tres hermanos varones; El mayor quien tenía esposa y una bebe de un año y mis dos hermanos menores, uno de 17 años y el otro de 14, entonces yo traté de ir hacia el lugar donde ellos vivían, pero no pude encontrar su casa porque en ese sector, aunque ya había bajado el lodo, las casas aún estaban tapadas, no fue mucho lo que logré identificar”.

Como Edith trabajaba en Bogotá, dedicaba todos los fines de semana para la búsqueda de su familia, y visitando albergue por albergue un día encontró a la que era esposa de su hermano mayor con la cadera fracturada, sentimientos encontrados tanto de felicidad como de tristeza no se hicieron esperar, al igual que las preguntas acerca de qué sucedió esa noche.

Ella dijo que estaba con su esposo cuando se enteraron que la lava junto con el deshielo venía por el rio Lagunilla, intentaron salir corriendo, pero a los dos lados de la cuadra ya se veía cómo iba bajando la lava, era una avalancha que arrasaba casas, postes, calles y todo lo que se le cruzaba, al ver esto ellos entraron nuevamente a la casa y se quedaron en una habitación, ella con su hija en brazos y su esposo recostado en la cama, lo último que recuerda fue que le cayó la casa encima, cuando recuperó el conocimiento, se encontraba varios kilómetros abajo donde más tarde la rescataron. “A ella la encontré aproximadamente después de un mes, mes y medio” Afirma Edith.

“Esto es algo que nunca se olvida”, A los 6 meses Edith volvió a Armero en compañía de unos tíos porque el sector donde vivía su mamá ya se había despejado un poco de lodo, en esa ocasión lograron identificar la casa, encontraron varias pertenencias de sus familiares, como algunos cuadernos, un poco de su vestimenta, el álbum de fotografías (entre ellas fotos utilizadas en esta crónica) pero también hallaron huesos y cráneos, la situación era muy difícil porque no se sabía con certeza si esos huesos eran o no eran de sus parientes, ya que las personas quedaban a kilómetros del lugar donde se encontraban.

“5 años después de lo ocurrido visité Armero nuevamente, hice una lápida porque si ellos realmente fallecieron, necesitaban al menos que yo les hiciera una sepultura, hice una lápida con un epitafio y escribí los nombres de todos. Desde entonces cada año que se conmemora lo sucedido en Armero, (hoy 13 de noviembre del 2020 se cumplen 35 años de la tragedia) siempre voy y hago una oración. Esto es un acto simbólico, pues a uno siempre le queda la incertidumbre o vive con la esperanza de que ellos estén vivos en cualquier otra parte, yo nunca los encontré, pero hay personas que han aparecido mucho tiempo después”.

Por: Angie Tatiana Jiménez Castillo.

Imagen principal tomada de: El Heraldo, 2015

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *