En Cautiverio
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias han marcado la historia de Colombia y la de la mayoría de sus habitantes; el secuestro, era parte de su estrategia para poder lograr sus planes económicos y políticos. Dentro de su plan, se llevó a cabo el secuestro de María del Pilar, quien habló sobre la angustiosa situación por la que tuvo que pasar.
María del Pilar estuvo secuestrada cinco días, dentro de los cuales sólo comía una vez en cada uno de ellos; dormía en el suelo dentro del monte; a la hora de hacer sus necesidades también tenía que estar vigilada “solamente me desamarraban para ir al baño, muy humillante tener que ir delante de ellos”; todos los días cambiaban de lugar para evitar ser atrapados. En estos cinco días el silencio inundaba los lugares que habitaban.
A mediados del año 1996, Pilar, junto a la familia de su tío, decidieron viajar de Bogotá a Guaduas, un municipio colombiano ubicado en el departamento de Cundinamarca, en el cual tenían una pequeña casa de veraneo, a donde viajaban frecuentemente.
Siendo las 10:00 AM llegaron a su destino, se instalaron y comenzaron a disfrutar su estadía, todo transcurría tan bien que nunca se llegaron a imaginar lo que ocurriría la siguiente noche.
A la noche siguiente de su llegada, siendo las 7:00 PM, mientras todos estaban en una habitación de la casa viendo televisión, cuatro hombres armados, con pasamontañas puestos y con brazaletes en sus brazos que los identificaba como parte del grupo de las FARC, ingresaron a la vivienda y de inmediato les dieron la orden de colocarse a un lado de la habitación y quitarse todos los anillos, joyas, collares que tenían puestos, mientras les apuntaban con sus armas; luego, dos de ellos llevaron a Ernesto, el tío de Pilar, a otro de los cuartos. En ese momento ninguno de ellos entendía qué era lo que estaba pasando.
Minutos después, sacaron a Pilar del cuarto, donde la tenían junto con la esposa y los hijos de Ernesto, para dirigirse a la habitación donde se encontraba su tío; allí le informaron que ella se iría con los integrantes de las FARC, miró con angustia a su tío, quien estaba a punto de llorar, y este afirma lo que ellos dijeron.
María del Pilar se pone su chaqueta y unos zapatos para después salir de la casa y dirigirse al monte; en un momento de ese recorrido, mientras ella se encontraba sola con uno de los guerrilleros, este le apuntó con el arma y le dijo que se quedara callada, mientras él se encontraba encima de ella e intentaba quitarle el pantalón, pero antes de que lo lograra, llegó el comandante quien después de preguntarle si la habían violado y ella asegurar que no alcanzó a hacerlo, afirmó que eso no podía suceder, ya que se les dañaba el negocio, debido a que ya le habían pedido a Ernesto una recompensa de 20 millones a cambio de su libertad.
Ingresaron a una camioneta, en donde ella estaba vendada, amarrada y acostada en el suelo de esta; condujeron durante una hora, luego de eso, se bajaron de la camioneta y se adentraron al monte, comenzaron a caminar durante media hora, pero debido a la oscuridad perdieron el camino, por lo que decidieron parar y dormir donde se encontraban, mientras Pilar se encontraba amarrada y vendada hasta el siguiente día.
María del Pilar estuvo secuestrada cinco días, dentro de los cuales sólo comía una vez en cada uno de ellos; dormía en el suelo dentro del monte; a la hora de hacer sus necesidades también tenía que estar vigilada “solamente me desamarraban para ir al baño, muy humillante tener que ir delante de ellos”; todos los días cambiaban de lugar para evitar ser atrapados. En estos cinco días el silencio inundaba los lugares que habitaban.
A mediados del año 1996, Pilar, junto a la familia de su tío, decidieron viajar de Bogotá a Guaduas, un municipio colombiano ubicado en el departamento de Cundinamarca, en el cual tenían una pequeña casa de veraneo, a donde viajaban frecuentemente.
Siendo las 10:00 AM llegaron a su destino, se instalaron y comenzaron a disfrutar su estadía, todo transcurría tan bien que nunca se llegaron a imaginar lo que ocurriría la siguiente noche.
A la noche siguiente de su llegada, siendo las 7:00 PM, mientras todos estaban en una habitación de la casa viendo televisión, cuatro hombres armados, con pasamontañas puestos y con brazaletes en sus brazos que los identificaba como parte del grupo de las FARC, ingresaron a la vivienda y de inmediato les dieron la orden de colocarse a un lado de la habitación y quitarse todos los anillos, joyas, collares que tenían puestos, mientras les apuntaban con sus armas; luego, dos de ellos llevaron a Ernesto, el tío de Pilar, a otro de los cuartos. En ese momento ninguno de ellos entendía qué era lo que estaba pasando.
Minutos después, sacaron a Pilar del cuarto, donde la tenían junto con la esposa y los hijos de Ernesto, para dirigirse a la habitación donde se encontraba su tío; allí le informaron que ella se iría con los integrantes de las FARC, miró con angustia a su tío, quien estaba a punto de llorar, y este afirma lo que ellos dijeron.
María del Pilar se pone su chaqueta y unos zapatos para después salir de la casa y dirigirse al monte; en un momento de ese recorrido, mientras ella se encontraba sola con uno de los guerrilleros, este le apuntó con el arma y le dijo que se quedara callada, mientras él se encontraba encima de ella e intentaba quitarle el pantalón, pero antes de que lo lograra, llegó el comandante quien después de preguntarle si la habían violado y ella asegurar que no alcanzó a hacerlo, afirmó que eso no podía suceder, ya que se les dañaba el negocio, debido a que ya le habían pedido a Ernesto una recompensa de 20 millones a cambio de su libertad.
Ingresaron a una camioneta, en donde ella estaba vendada, amarrada y acostada en el suelo de esta; condujeron durante una hora, luego de eso, se bajaron de la camioneta y se adentraron al monte, comenzaron a caminar durante media hora, pero debido a la oscuridad perdieron el camino, por lo que decidieron parar y dormir donde se encontraban, mientras Pilar se encontraba amarrada y vendada hasta el siguiente día.
El segundo día, caminaron durante tres horas y en medio de su recorrido fueron en busca de agua, por lo que la dejaron sola con uno de ellos, el cual le apuntó con el arma y de nuevo intentó abusar de ella. Pilar agregó: “lo que son las cosas de Dios, en ese momento llegó uno de los tipos que me cuidaban y vio que yo estaba llorando y que tenía mucha angustia y me preguntó “¿por qué está llorando? ¿qué pasó? ¿el muchacho intentó violarla?” y yo le dije sí, entonces el tipo me dijo que se iba a dedicar a cuidarme de aquí en adelante, y así fue”. Ese día llegaron a una gruta y allí pasaron la noche.
A partir del tercer día dejaron de amarrarla debido a que ella les manifestó: “no estoy interesada en escaparme, es que ni sabría por dónde salir corriendo, ellos confiaron en mí y ya no me amarraban”. Ese mismo día esperaron por muchas horas a los relevos, y cuando por fin llegaron, empezaron a correr, pero al igual que en el primer día, se perdieron y rodaron por un barranco, cayendo en unas plantas llamadas ortigas, que se caracterizan por tener unos pelos urticantes que liberan una sustancia alcalina que produce inflamación en la piel, las cuales causaron heridas en los pies de ella.
Tiempo más tarde de esta caída le empezó a picar de manera exagerada su espalda y esto se debía a que habían garrapatas en ella; al ver esto, los guerrilleros reaccionaron y las quemaron con un cigarrillo. Ese mismo día le confesaron que ellos se habían equivocado y que a quienes estaban buscando era a un empresario hotelero que tenía una finca y por error habían llegado a la casa de su tío, pero como ya habían invertido recursos tenían que sacar al menos la inversión, por eso le pidieron a su tío plata para el rescate.
En el cuarto día sobrevoló un helicóptero sobre la zona en la que se encontraban, esto les causó mucho temor a todos ya que aseguraron que si trataban de rescatarla tendrían que matarla; rápidamente se escondieron bajo unas piedras, lo que evitó que pudieran ser encontrados. María del pilar recordó que: “a uno no le da hambre, me obligaban a comer porque yo no tenía ganas de comer nada, de todo pasaba por mi mente, uno está asustado, temeroso, uno no termina de reaccionar frente a lo que está pasando, la situación es tan incierta, uno no sabe si creerles o no, la situación es tan difícil”.
Después de haber esperado tanto la noticia, le avisaron a las 9:00 PM del quinto día que ya la podían liberar, debido a que su tío había pagado la cifra impuesta por las FARC. La sacaron a la carretera vendada y le explicaron que tenían que atravesarla porque el comandante los estaba esperando del otro lado, entonces corrieron para cruzarla.
Pilar no podía ver por la venda que tenía en sus ojos así que uno de ellos la agarraba de la mano “ese momento, fue uno de los más impresionantes de todos, sentí un viento que nos pasó por delante, acompañado de un pito fuertísimo de un bus o de un camión muy grande y me quedé ahí quieta, el tipo me dijo que parara, y yo paré y lo abracé porque tenía miedo de que viera que yo estaba vendada y de pronto se detuvieran a tratar de hacer algo”.
Cuando llegaron a donde el comandante, se subieron a una camioneta y pararon a un kilómetro antes de la entrada de Honda, municipio colombiano ubicado en el norte del departamento del Tolima. Allí el comandante le dio 20 mil pesos y las instrucciones que ella debía seguir para poder reencontrarse con su familia.
Eran las 12 de la noche cuando Pilar se encontraba caminando sola por las calles, y de pronto se topa con unas cafeterías “yo me compré una gaseosa fría, tenía mucha sed y yo dije ya estoy libre y me senté en el andén y me tomé una manzana Postobón nunca se me olvida, yo sólo tomaba Coca-Cola, pero era lo único que había y esa gaseosa me supo a gloria”.
Después de eso siguió el recorrido que el comandante le había indicado hasta llegar al terminal de Bogotá, y de ahí pidió un taxi hasta la casa, donde su familia la estaba esperando, “cuando ellos sintieron el taxi, abrieron la puerta y al abrir la puerta vieron que quien se estaba bajando del taxi era yo, salieron a abrazarme, yo no sé si le pagué o no le pagué al taxi no tengo ni idea. Cuando entré a la casa los vi a todos, yo lloraba solamente y ahí amanecimos, ellos me prepararon un caldito, pero yo me quería bañar porque llevaba cinco días sin bañarme, durmiendo en la tierra, en el monte, me daba pena que me abrasaran”.
Carmenza Arbeláez, hermana de María del Pilar, expresó los sentimientos que inundaban en ella al verla llegando a casa: “Sentí felicidad, pero al mismo tiempo mucha tristeza al escuchar por todo lo que había pasado y ver cómo sus manos, sus pies, estaban rasguñados y lastimados”, Carmenza explicó que no recuerda muchos detalles de estos momentos pero sí los sentimientos que permearon en ella.
Pilar duró muchos años en los que no salía sola a la calle, ya que sentía que la vigilaban, lo mismo les ocurría a sus tíos. Tanto miedo le generaba salir que optó por contratar un carro el cual la llevaba donde ella necesitara ir “yo nunca andaba por la calle sola y si por alguna razón tenía que salir, no lo hacía sola, puede ser que fuera mentira, pero los tipos nos dijeron que siempre nos iban a mantener vigilados y a raíz de eso mis tíos vendieron la casa aquí en Bogotá y la casa de veraneo, y se fueron a vivir a Medellín.”
Finalizando la entrevista María del Pilar dejó un mensaje para todas aquellas personas que han pasado por una experiencia similar y que aún se sienten mal por ello: “Es normal, porque es una experiencia muy desagradable, muy humillante, la incertidumbre, el dolor, el abuso, es duro, pero el día que uno lo enfrenta y perdona y dice yo deseo seguir adelante, en ese momento tú experimentas una libertad que se te va todo miedo todo temor, toda incertidumbre, comienzas a avanzar y retomas tu vida normal”.
por Juliana Martínez
Foto principal de: Efraín Patino